Me gustan las cebollas. No soy un superfan, pero son ideales para ciertos platos por el toque de sabor que les dan. Las cebollas pertenecen al género Allium de plantas con flores, que también incluye el ajo, las chalotas y los puerros.
Son deliciosas, versátiles y relativamente baratas, y cuentan con una amplia gama de vitaminas, minerales y compuestos vegetales saludables. Pero pelar una cebolla fresca puede ser irritante. Literalmente.
El truco del microondas, se acabó llorar con las cebollas
No falla, es que es ponerme a pelar cebollas, y enseguida ponerme a llorar como si estuviese viendo el final de Terminator 2. Pero hace poco, una amiga cocinera me dio unos trucos para evitar esto. Y el que más me funciona es el del microondas:
Truco 1: mete la cebolla en el microondas

- Corta los dos extremos de la cebolla
- Caliéntala durante 45 segundos en el microondas
¿El truco? El factor lacrimógeno sintasa -la enzima causante de las lágrimas que se libera al cortar- se descompone una vez que se calienta, lo que ayuda a reducir la cantidad de lágrimas que entran en contacto con los ojos.
Este método, honestamente, me ha funcionado, pero hay que tener en cuenta que la cebolla se calienta, por lo que no es aconsejable si la vas a utilizar cruda, por ejemplo en ensaladas o hamburguesas -no es problema para otras recetas. Y además, recién sacada del microondas está muy caliente en el interior, así que cuidado que puedes quemarte.
Truco 2: mete la cebolla en el congelador

Las abuelas no tenían microondas, así que uno de los trucos más clásicos es guardar las cebollas en el congelador antes de cortarlas. Métela en el congelador entre 10 y 15 minutos antes de cortarla. Esto ayuda a ralentizar la liberación de la enzima que hace que te lloren los ojos, pero no la elimina, así que tienes que cortarla rápida.
Truco 3: Mete la cebolla en agua

Sumergir las cebollas 15 minutos en agua es un truco que hace muchos años me contaba mi abuela. A ella le servía, y funciona más o menos porque es un principio similar al del congelador: lo ralentiza, pero no lo elimina.
Truco 4: Un cuchillo bien afilado

Otro truco es utilizar el cuchillo adecuado. De hecho, cuanto más afilado esté el cuchillo, menos desgarros tendrás al cortar cebollas. Esto se debe a que un cuchillo sin filo tiende a aplastar más la verdura, lo que puede provocar que se libere más de esa enzima tan quisquillosa. En cambio, un cuchillo afilado daña menos las paredes de la cebolla, lo que ayuda a reducir la cantidad que se libera al aire.
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