Puede que seas del ‘team frío’ o del ‘team calor’, pero aquí todos queremos tener la casa perfectamente climatizada. Y en épocas como la actual, en la que el frío arrecia y las temperaturas caen hasta el suelo, lograr tener la casa calentita por el menor dinero posible pasa a ser una prioridad para muchos. Podemos sellar los cajones de las persianas o jugar con las temperaturas ideales, pero podemos hacer otra cosa más.
Y esa cosa es maximizar la eficiencia de nuestros radiadores, ya sean de pared o portátiles. Hace unos días, a mí me contaron una forma de hacerlo que me ha volado completamente la cabeza. De forma figurada, se entiende. Resulta que puedo hacer que mi radiador funcione de una manera más eficiente usando una bolsa de patatas fritas. Tal cual. Es de locos.
El viejo truco de la bolsa de papas fritas en el radiador
Aquí de lo que se trata es, como hemos dicho antes, de mejorar la eficiencia del radiador. Si conseguimos que caliente la misma habitación en menos tiempo, o usando menos potencia, gastaremos menos dinero cuando nos llegue la factura de la luz. Así que hay que identificar cuál es el principal enemigo del radiador. ¿Y cuál es? Pues ya te lo decimos nosotros. Todo aquello que esté donde no estés tú. Y las paredes.
Si ponemos el radiador cerca del sofá, por ejemplo, para que nos caliente, y nuestro radiador emite calor hacia todas direcciones, o hacia delante y hacia detrás (es lo más habitual), el calor que no se dirige hacia nosotros se “desperdicia”. Entrecomillamos, porque en realidad sirve para calentar la habitación, pero tardaremos más en entrar en calor nosotros. Si el radiador está fijo en una pared, todo lo que se emite hacia la pared corre la misma suerte. Porque la pared absorberá mucho calor y la despedirá tanto hacia dentro como hacia fuera. Mal.
Así que la solución para esto está en el uso de una bolsa de patatas fritas. Quien más y quien menos tiene una bolsa de patatas fritas en casa, o varias. Hablamos de las bolsas cuyo interior es de color gris metálico. La clave está precisamente en el interior de la bolsa, porque es un reflector térmico. El mismo material que se encarga de conservar tus patatas en perfectas condiciones también impide que pase el calor y, además, lo refleja. Es el mismo efecto que produciría un trozo de papel de aluminio. Idéntico. Así que podemos usar esa bolsa de patatas fritas para que el radiador emita calor hacia donde nosotros queramos. Hacia el sofá, por ejemplo.
Bastará con que vaciemos la bolsa (en el estómago, por ejemplo), cortemos cuidadosamente los laterales para poder desplegar la bolsa por completo como si fuera una gran hoja metálica (hay que limpiarla, esto es por pura higiene) y la coloquemos en la trasera del radiador. Con la parte metálica mirando hacia el radiador, ojo. Podemos pegarla a la pared si el radiador es fijo, o bien sujetarla al propio radiador con cinta adhesiva de doble cara o cualquier otra que soporte altas temperaturas.
Haciendo esto, anulamos uno de los lados del radiador y empezará a calentar mucho más hacia el lado que queda libre. Eso quiere decir que, con el mismo gasto energético, tendremos el doble de emisión de calor hacia nosotros. O lo que es lo mismo, podremos poner la potencia a la mitad y seguir calentándonos igual. ¿El problema? La pared seguirá fría, y detrás del radiador no hará el mismo calor que frente a él. Bendito problema cuando lo que queremos es estar calentitos en el sofá gastando menos dinero, ¿no os parece?
Imágenes | José García para Xataka
Vía | Xataka Home
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