Resulta curioso cómo he llegado a acostumbrarme tanto a los relojes inteligentes que me siento prácticamente desnudo cuando no llevo uno puesto. Es verdad que entré en este mundo de las cosas conectadas en la muñeca con las primeras Xiaomi Smart Band, cuando aún se llamaban Mi Band, pero desde que me pasé a los relojes inteligentes ya no ha habido marcha atrás.
Y llegaron las últimas vacaciones. O mejor dicho, el último verano. Ha sido un verano de mucha desconexión y de hacer varios viajes, así que, en virtud de tener dos relojes Xiaomi en casa, había que tomar una decisión. Llevarme el más nuevo, y con más funcionalidades, u optar por el más antiguo y ganar algo clave en el camino. Aunque no ha sido hasta la vuelta de las vacaciones cuando me he dado cuenta de lo que he ganado. Tranquilidad.
Wear OS está muy bien, pero tener una batería infinita no tiene precio
Llevaba años esperando a que Xiaomi se subiera al tren de Wear OS, el sistema operativo para relojes inteligentes de Google, y finalmente lo hizo. Así que, en cuanto tuve oportunidad, le eché el guante a una de las opciones que Xiaomi tiene a la venta en España. El Xiaomi Watch 2 llegó a mi vida esta pasada primavera y eso supuso que mi modelo anterior, el Xiaomi Watch Color original, o Xiaomi Mi Watch, fuese de cabeza al cajón. Y estas vacaciones he cambiado casi por completo la visión que tenía sobre él.
Cierto es que saltando a Wear OS he ganado en posibilidades de uso y en potencia. He podido llevar instaladas en el reloj apps como Google Fit o como Hevy, que son las que uso para monitorizar mis rutinas de ejercicio diario, pudiendo dejar el móvil en casa o alejarlo de mí siempre que he querido. También tengo instalado Youtube Music en el Xiaomi Watch 2, lo que me permite descargar listas de música en el reloj y, de nuevo, salir a andar o a correr sin tener el móvil encima. Las ventajas son muchas.
Pero tiene un inconveniente clave: la batería. Los relojes inteligentes más avanzados, como los que portan Wear OS, consumen mucha batería y eso hace que haya que pasar por el enchufe cada día, o cada dos días, dependiendo del uso de cada uno. Así que, dándole vueltas a cómo simplificar mis vacaciones, decidí prescindir de algunas funciones avanzadas y dejé el Xiaomi Watch 2 en casa. Abrí el cajón, encendí y cargué el Xiaomi Mi Watch y, cómo no, al estar ya conectado a mi móvil fue encenderlo y empezar a usarlo.
Y sólo os puedo decir que me ha traído un montón de paz mental. He estado de vacaciones en Pontevedra, Mallorca y Torremolinos en distintos momentos del verano, y en mi muñeca siempre estaba el Xiaomi Mi Watch. ¿Qué he perdido con respecto al Watch 2 con Wear OS? Las apps instaladas, y la posibilidad, por ejemplo, de responder WhatsApps desde la muñeca. Pero a cambio he ganado un reloj cuya batería me dura algo más de dos semanas. Así que se ha traducido todo en que el cargador no se ha colado en las maletas ni ha subido a ningún avión. Se ha quedado en el despacho de casa esperando a mi vuelta.
De haber llevado el Watch 2, habría tenido que cargar el reloj casi a diario, igual que hago con el móvil. Pero contar con el Xiaomi Mi Watch ha hecho que me olvide completamente de cargarlo. Y a pesar de lo que me he movido, de haber estado recibiendo notificaciones buena parte de cada día por estar relajado charlando con amigos y familiares, y de haber usado la app de Xiaomi Fitness para dar algún paseo. A pesar de todo eso, he llegado a casa con más de un 50% de batería disponible. Y eso, a nivel de paz mental, no tiene precio. Lo volveré a hacer en mis próximos viajes.
En Mundo Xiaomi | No sé cómo suenan las notificaciones y las llamadas en mi Xiaomi. Hace años que decidí llevarlo siempre en silencio y ser más feliz
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