Verano. Vacaciones. Viajes. Las tres 'Vs' alcanzan su cénit del año en los meses de julio y agosto. Las reservas de hotel crecen exponencialmente, se agotan y pensamos en pasar unos días -tranquilos o intensos- con la mente fuera de nuestra rutina habitual. Pero, como en todo, la ingeniería social está presente.
Y es que, desde las aplicaciones con las que juegas en tu móvil al buffet que contratas en el hotel al que vas, el toque de ingeniería social se manifiesta. Así de curioso es y así de curioso puedes evitarlo.
La ingeniería social tras los buffets libres
Un estudio del año 2020 del medio The Hustle analizó con pericia toda la magia social que se esconde tras los buffets, esa "celebración del exceso [que] existe para aquellos que lo quieren todo", según el chef Matthew Britt, profesor asistente en el Johnson & Wales College of Culinary Arts.
Los buffets buscan " llenar la barriga del cliente de la forma más barata y rápida posible". Y para hacerlo, emplean una serie de trucos respaldados por investigaciones. Algunas son sutiles, otras descaradas, y su fin es el mismo: que el cliente coma menos. Para ello:
- Ponen las cosas baratas y abundantes al frente de la fila del buffet, y el 75% de los clientes del buffet seleccionan cualquier alimento que esté en la primera bandeja, mientras que el 66% de todos los alimentos que consumen provienen de las primeras 3 bandejas
- Usan platos más pequeños. Según otro estudio, los tamaños de plato más pequeños reducen la cantidad de alimentos consumidos
- Usan cucharas para servir más grandes que el promedio para cosas como papas y pinzas más pequeñas que el promedio para carnes.
- Los vasos en algunos son más grandes, para que te llenes de líquido y te sacies antes.
Incluso los buffets libres de alta gama, como el brunch de 9,98 dólares en el Hotel del Coronado en San Diego, emplean estas tácticas: "Esconden las trufas, el foie gras y las ostras", dice el chef Britt. "Literalmente no puedes encontrarlos". Y, como castigo a quien precisamente peca de gula, hay otros buffets que te cobran un extra si dejas comida en el plato.
El truco de los tres días
Es una tentación y a la vez una comodidad, ¿verdad? Contratar una habitación de hotel con desayuno incluido. O con media pensión o incluso pensión completa. Sea como sea, por un poquito más te quitas el problema de desayunar y/o comer y cenar, y una cosa menos en la que pensar durante las vacaciones. Pero aunque eso de tener el desayuno cubierto es ideal, cuando estás de vacaciones, una práctica habitual es descubrir sitios en los que comer y cenar, no simplemente irte al hotel.
Si a eso le añadimos que habrá días que o bien porque no llegues a tiempo, o bien porque no te apetezca, no usarás el servicio de pensión que tienes contratado, entonces estarás perdiendo dinero. De hecho, ahí es donde entra el truco de los tres días.
Pere Navalles, directos del Máster de Neuromasketing de la UAB, comenta al medio The Hustle que el típico buffet libre es "una llamada a nuestro cerebro más primigenio, el cerebro límbico, que sabe que la alimentación es una de nuestras principales necesidades". Buscamos lo mejor a nivel económico y lo mejor a nivel personal, una mezcla que hace que el tema del buffet nos tire tanto.
Pero, y aunque siempre hay excepciones -yo mismo, si tengo 7 días de buffet de desayuno en el hotel voy todos-, se ha demostrado que al tercer día de estar en el hotel, el cliente suele estar ya tan relajado, que come y bebe menos. Por tanto, y aunque sea atractivo eso de tenerlo todo incluido, piensa si de verdad te sale más a cuenta contratar desayuno / media pensión o completa toda la estancia, o solo los 2-3 primeros días para aprovecharla al máximo.
O directamente no contratarla, porque también hay personas que se agobian por la enormidad de oferta de un buffet, que prefieren no comer en ellos. Porque la verdad es que siempre tendrás tiempo de ir al buffet libre del hotel, aunque lo pagues aparte.
Vía | 20 Minutos / The Hustle
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