Los relojes inteligentes se han convertido en un complemento imprescindible en nuestro día a día. Muchos usuarios ya los llevan, depende del usuario, un monitor de actividad ya puede ser un smartwatch o, en su defecto, una pulsera inteligente.
Xiaomi tiene un catálogo bastante amplio en ambos casos, desde la recién llegada Xiaomi Smart Band 7 hasta el Watch S1, entre muchos otros wearables. Ahora bien, la gran mayoría de estos dispositivos comparten características, ya sean más o menos caros. Las más comunes son medir el sueño, dándonos un informe en el que se muestran las diferentes fases del sueño, pero también la posibilidad de medir el estrés. Pero, ¿cómo lo hacen? Hoy vamos a descubrirlo
Los mismos sensores que hace unos años, pero ahora con más información
Lo cierto es que los sensores que se llevan incluyendo en este tipo de dispositivos siempre son más o menos los mismos: acelerómetro, giroscopio y sensor de frecuencia cardiaca, principalmente.
El sensor de frecuencia cardiaca no es más que un conjunto de fotodiodos y LEDs que se encargan de iluminar y mirar tu piel. Esta es precisamente la herramienta que utiliza principalmente el reloj inteligente para poder averiguar qué tal dormimos o cómo de estresados estamos.
En la frecuencia cardiaca y el movimiento está el secreto
Amazfit, una compañía que hace años le fabricaba los relojes y pulseras a Xiaomi ha explicado el funcionamiento de la detección del sueño. Hay varios factores en juego, primeramente la hora. Si dormimos de día probablemente lo detectará como una siesta, pero no como si estuviésemos durmiendo de forma habitual.
Esto se debe a que sus relojes, y la gran mayoría de dispositivos, están programados para que entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana se active en algún momento el análisis del sueño. Otras marcas modifican esta franja horaria.
Una vez nos encontramos en dicha zona horaria, el reloj detectará no solo el movimiento a través del acelerómetro o el giroscopio, sino también con las pulsaciones. De hecho, el secreto del oxígeno en sangre también se esconde, precisamente, en las pulsaciones.
Cuando la frecuencia cardiaca cae hasta las 50 pulsaciones, que es aproximadamente lo que un ser humano tiene durmiendo, el reloj comienza a medir el sueño.
Después, teniendo en cuenta los movimientos, el dispositivo irá categorizando las diferentes fases REM del sueño, categorizando entre despierto (interrupción del sueño), sueño ligero y sueño profundo.
Cuando hay mucho movimiento y el ritmo cardíaco es alto, se considera sueño ligero. Sin embargo, cuando el ritmo cardíaco es bajo y apenas hay movimiento, se registra como sueño profundo.
Hay que tener en cuenta que los parámetros que ofrecen este tipo de dispositivos no son aptos para fines médicos, aunque sí que arrojan algo de luz acerca de qué tal descansamos.
Para medir el estrés, la clave está en la frecuencia cardiaca
A pesar de que como decíamos al principio este tipo de dispositivos no saben a ciencia cierta si estamos estresados o si estamos durmiendo, lo cierto es que se pueden hacer una idea a través de los sensores que equipan.
La Escuela Médica de Harvard lo explica así: "HRV ofrece una forma no invasiva de señalar desequilibrios en el sistema nervioso autónomo. Según los datos recopilados de muchas personas, si el sistema está en un modo de lucha o huida, la variación entre los latidos tiende a ser menor, mientras que si el sistema nervioso está relajado, la variación puede ser mayor".
Todo vuelve a ser totalmente dependiente del propio sensor de ritmo cardiaco, por lo que como ya hemos comentado, son datos que debemos de coger con pinzas. De hecho, recordemos que algunas sustancias tan comunes como la cafeína pueden afectar a los datos obtenidos.