En 2016, la presencia de Xiaomi en la venta de televisores en China suponía algo anecdótico, una presencia minúscula. Hoy representa una cuarta parte de las ventas totales del país.
¿Qué ha pasado, a qué se debe este ascenso meteórico? Hacemos un repaso por los modelos más representativos, sus experimentos y modelos más exitosos, y profundizamos en las relaciones causales que han llevado a Xiaomi a liderar, por segundo año consecutivo, el mercado del televisor en China.
Una escalada imparable
Es fácil asociar a Xiaomi, erróneamente, lanzamientos de los que no es responsable. Su apuesta como partner, invirtiendo en más de 310 empresas, pero condediéndoles libertad total para escindirse y crecer, le ha otorgado cierto halo de ubicuidad, de producir desde cuchillos y tijeras —como parte de la gama de productos Xiaomi HouHou— hasta textil, como las toallas Xiaomi Youpin.
Como desarrolladora y productora al 100%, Xiaomi sólo es responsable de móviles (y sólo dos líneas), routers (otras dos) y televisores. El resto son alianzas, mecenazgos y patrocinios. Y si bien Xiaomi en España es sinónimo de una dinastía de teléfonos económicos y de prestaciones atractivas, en su país de origen ese pequeño logo naranja con el “mi” en minúsculas está mucho más presente en el salón de los hogares.
En 2017, Xiaomi copaba apenas el 4,9% de las ventas de televisores en el mercado chino. En el CES de aquel año se presentaban modelos de pantalla curva y cierto gobierno en el QLED, frente a una tecnología OLED aún demasiado costosa.
En 2018, esa cifra subió hasta el 13,4%, en un incremento de envíos del 225,5%. A fecha de 31 de diciembre de 2018, la marca había vendido 8,4 millones de smartTVs.
En 2019 se hicieron con la primera posición, gobernando sobre el 19,3% del total, justo cuando aterrizaron en España los primeros modelos, la serie Mi 4S. El pasado 2020 se confirmó que Xiaomi ya no tenía rival, gobernando en China por segundo año consecutivo. Hisense y TCL ocupan el segundo y tercer lugar, respectivamente. Redmi TV, por su parte, es el fabricante número 4, según datos de Aowei Cloud.
La primera piedra
Comencemos con un poco de historia. Xiaomi comenzó esta andadura con el MiTV de 47’’, resolución 1080p con compatibilidad 3D, muy propio de la época, funcionalidades de SmartTV —bajo el sistema operativo Android— y un precio de derribo: 379€. Aquel televisor de peana en forma de columna y un marcos de 8.4 mm montaba un panel LCD IPS de LG sobre un SP-VA (siglas de “patrón de alineación super vertical”) de Samsung.
Ya entonces, Xiaomi apostaba por un all-in en cuanto a compatibilidad con Miracast, WiDi, Airplay, DLNA o SMB, además de la obvia conectividad Wi-Fi dual 2X2 de 2.4GHz/5GHz.
La segunda versión ya incorporaba un set-top box externo, que convertía el televisor en una consola Android propiamente dicha. El aparato montaba un procesador Snapdragon 600, de 28 nm, una CPU Krait de cuatro núcleos a 1,7 GHz y una GPU Adreno 320. Sumado a los 2GB de memoria DDR3 y los 8GB de almacenamiento eMMC 4.41, conectando un controlador vía Bluetooth podíamos jugar a los cientos y cientos de juegos disponibles en la PlayStore de Google.
Y si no queríamos jugar aún teníamos un atractivo centro multimedia.
Visto en perspectiva, fue un televisor humilde pero muy completo, que no dejaba ninguna cuestión al azar y ofrecía un rendimiento respetable frente a los LCD de la competencia, compatible con Dolby Digital y DTS y listo para ese 3D tan de moda en 2013.
Ocho años de evolución constante
El modelo Mi TV 2s estableció un nuevo modelo: esa “s” significaba un salto intermedio, intergeneracional, con el objetivo de ofrecer las últimas innovaciones en su apuesta tecnológica cada seis meses en vez de una por año. La apuesta se extendió por el resto de Asia, con especial foco en India.
En 2015 cambiaron algunas cosas. Llegó la modularidad a través de barras de sonido, la gran pulgada. Una ramificación que se culminaría con la serie 4, con una 4S en 32’’ por poco más de 150€ hasta un modelo de 100 pulgadas a resolución 2K, la 4A, por 6.899 yuanes, unos 1.000 euros al cambio.
Para la familia 3S ya había seis modelos distintos en el mercado, entre los que destacaban la económica Mi TV 3S de 43 pulgadas, con panel LCD FullHD de LG/AUO, y una Mi TV 3S 65'' Curved que, como su propio nombre indica, se basaba en una construcción curva de cuerpo metálico ultradelgado —5,9 mm— bajo un panel Samsung de 65 pulgadas, compatible con resolución 4K HDR y escondiendo en su interior un procesador quad-core ARM Cortex-A17.
Y todo por 1.200€. Para que tengamos contexto, este modelo competía con la familia KU de Samsung, por un precio dos veces superior. Y en 2017, el Mi TV 4 batía un récord de grosor (4.9mm, un 30% menos que un iPhone, según datos de la propia empresa)... y de precio. Actualizable y modular —la barra compatible con Dolby Atmos incrementaba el precio en 500 dólares— este televisor en 65 pulgadas se puso a la venta por 1.500 dólares. Gama alta por el coste de la gama media.
En occidente, mientras tanto, nos limitamos a suspirar e importar —pese a las tasas aduaneras—, esperando que Xiaomi se plantease aterrizar en Europa. Aterrizar en España comprendía adaptar decenas de servicios y aprobar exigentes certificaciones. El mantra que nos repetíamos entonces: “si llegasen a España, los gravámenes arancelarios y políticas locales harían que esos televisores no contasen con un precio tan competitivo”.
Una verdad a medias. Desde Xiaomi llevan años comprometidos con una máxima: nunca perar el 5% de beneficio neto de ningún producto. Por esta misma razón, es difícil definir de dónde provienen los mayores beneficios de la marca.
Hasta el podio
Xiaomi dio entonces otro volantazo interesante: abarcar la gama alta bajo la familia TV Master Series. Primero fue el turno de los modelos Master 55 y 65 OLED y del TV Max, un gigantesco televisor de 98 pulgadas, resolución 4K y unos 2.600 euros al cambio. Después le llegó el turno al Mi TV LUX y el modelo LUX Ultra, con panel miniLED, conectividad 5G, resolución 8K y 82 pulgadas de tamaño.
Y así hasta lanzar un producto por encima de los 6.000 euros. El 1 de agosto de 2020, Xiaomi anunciaba que comenzabaría a producir su primer televisor transparente, el Mi TV LUX, equipado con pantalla OLED de 55’’, con una delirante resolución de contraste 150.000: 1 y tasa de refresco 120Hz con MEMC.
Como es habitual, desde sus primeros compases Xiaomi ha recurrido a paneles de fabricantes externos, como son los LCD de LG y QLED de Samsung. Su apuesta para mantener los precios más competitivos está clara: aspirar a un equilibrio entre prestaciones y precios, sin apostar por la última innovación pero presentando novedades a cada poco.
Bajo este perfil, aún no contamos con ningún televisor Xiaomi que monte el estándar HDMI 2.1 en todos sus puertos de entrada. Y hemos tenido que esperar hasta el Mi Q1 de 75 pulgadas (por 1.200 euros) para estar ante un panel 100% compatible con todos los protocolos HDR actuales. Esta ha sido una razón clave de su éxito.
Incluso durante el último año y pese al impacto del COVID-19, Xiaomi ha sabido crecer dentro del mercado de escala chino. Un dulce equilibrio que ha llevado a la marca a reforzar su estrategia internacional: sus televisores se encuentran entre los más deseados en nuestro país. Solo que ahora sí podremos hacernos con ellos.
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