Ninguna empresa, ni siquiera las que dominan el mercado a día de hoy, tiene la fórmula mágica para que el nombre que adopten sea un éxito rotundo. De hecho, quizás ese sea una de las decisiones más complicadas a tomar. En un comienzo puede no tener demasiada importancia pero, una vez decides dar el salto y vender tus productos de forma internacional, quizás sea uno de los puntos que no llegaste a considerar, y puedes llegar a tener un gran problema.
Esta misma reflexión podíamos aplicarla a Xiaomi cuando corría el año 2014, una fecha clave para la compañía ya que la firma asiática no paraba de crecer y decidió dar el salto a un mercado internacional en el que, quizás, su nombre no tendría la mejor de las acogidas. Por ello, hubo que tomar una decisión: las siglas Mi habían llegado para quedarse.
La curiosa historia de los 3,6 millones de dólares y el dominio de las dos letras
Como os decíamos, en pleno año 2014 Xiaomi se encontraba inmersa en un período de pura expansión. Sus teléfonos se vendían a un gran ritmo (ese mismo año reportaron unas ventas de 15 millones de unidades para el mítico Xiaomi Mi 2), apenas unos meses antes habían conseguido hacerse con los servicios del gran Hugo Barra y, por si esto fuese poco, la relevancia que ganaban a nivel mundial no paraba de crecer a pesar de que su presencia en muchos mercados era prácticamente nula.
Estaba claro que aquella pequeña empresa que un tal Lei Jun fundó en el año 2010 quería ponerse al nivel de los más listos de la clase. Los Apple, Samsung y compañía empezaban a mirar con cierta preocupación el brutal auge que tuvo Xiaomi en sus primeros años de vida, y estaba claro que los chinos no habían llegado para comerse una pequeña parte del pastel: querían lo máximo posible.
Con esta idea en mente, comenzó a fraguarse lo que precisamente os queremos contar en este post, y es la curiosa razón por la que Xiaomi decidió dejar de lado a su anterior nombre para dar paso a una denominación mucho más sencilla. La firma asiática dejó completamente de lado sus orígenes y tomó la decisión de pasarse a llamar simplemente "Mi", dos sencillas letras que simplificaban mucho su imagen de marca.
De hecho, en este mismo año 2014 la marca anunció con ciertos énfasis que se habían gastado la friolera de 3,6 millones de dólares en comprar el dominio "Mi.com". Dos letras, así de fácil.
Hablamos de un movimiento que hizo millonario a su anterior propietario y que, además, supuso la compra de dominio más cara del año por delante de Quartz Notes y whisky.com, las cuales rondaron los 3,1 millones de dólares. Un desembolso que después supuso un dolor de cabeza: el prefijo 'Mi' ya está erradicado en gran parte de las líneas móviles, de televisores y otros grandes productos.
¿Por qué tanto dinero por cambiar un simple nombre?
Sin duda, la pregunta que nos hacemos todos es que si realmente este cambio tenía tanta relevancia como nos querían hacer pensar. Pues, al parecer, así es. Los chinos se dieron cuenta que el término "xiao" resultaba ser bastante complicado de pronunciar por aquellos habitantes que vivían fuera de sus fronteras, algo que para ocurría con la denominación "Mi".
Por supuesto, este cambio de nombre no llegó ni mucho menos solo, ya que también se anuncio la presencia de la marca en un mayor número de mercados en los que operaba hasta ese momento. Países como India, Brasil o México comenzaron a poder disfrutar de unos productos que tenían una gran acogida gracias a su fantástica relación calidad precio y es que, por allá donde pasaba Xiaomi, arrasaba.
Lo único que está claro en esta historia es que, si bien no conocemos el impacto que tuvo este simple cambio de nombre, la realidad nos dice que a los asiáticos no les ha ido del todo mal. MIUI ya cuenta con más de 564 millones de usuarios activos, ya son el tercer fabricante de móviles a nivel mundial (dominando en algunos mercados como España) e incluso sus planes de expansión cada vez son más ambiciosos.
Por lo tanto, la moraleja que podemos extraer de esta historia es que, si tu intención es influir a nivel mundial, lo mejor es que lo tengas claro desde un primer momento. 3,6 millones de dólares abalan esta afirmación. Y, si no, que le pregunten a Lei Jun, seguro que no está nada arrepentido de este curioso pero millonario movimiento que también conecta con las siglas de la película 'Mission:Imposible', una de las favoritas del CEO de la compañía.