"Utilizar un sensor para ajustar el brillo en cada situación, por fuerza, debe consumir más recursos que simplemente fijar un nivel de brillo estático". Esta es una creencia generaliza, una que ha ido extendiéndose durante los años y que en realidad tiene bastante de mitológica.
El brillo automático lleva años abriendo debates. Es normal, nunca se ha demostrado de forma meridianamente clara si esta funcionalidad nos ayuda a ahorrar batería. En cambio, sí existen cientos de estudios mostrando la clara relación entre la exposición a un exceso lumínico y la producción de melanina —incluso, indirectamente, en su vinculación con ciertas adicciones—. Sueño y luz.
Podemos conjeturar, por tanto, que un movimiento a favor de promover el brillo automático también posee una intención sanitaria, sobre nuestra salud ocular y nuestra percepción sensorial. Pero, ¿y qué hay de la batería, ahorras o no? Comprobémoslo.
La realidad sobre el brillo automático
No todo es blanco o negro, ni todo se reduce a no-ahorrar o ahorrar. La primera clave a tener en cuenta reside en el tipo de pantalla: ¿tu móvil monta un panel LCD (LED, QLED, etc) o un panel OLED (AMOLED, Super o Dynamic AMOLED, etc)?
Largamente criticado, su operatividad dista mucho de ser eficaz en paneles LCD, donde la luz se proyecta y se deja pasar desde atrás, mientras que en una pantalla OLED siempre será la opción lógica, ya que los píxeles autoemisivos saben cuánta luz deben emitir.
En los paneles LCD LED, indistintamente del nivel de brillo, siempre se enciende toda la pantalla. En un panel AMOLED y OLED no, solo se activan aquellos que necesiten utilizarse, permaneciendo apagados todos aquellos que tengan que mostrar el color negro. En resumen, si tienes entre manos un móvil con pantalla OLED sí te recomendamos activar el brillo automático. Si no es así... al menos activa el modo oscuro.
La segunda clave reside en que, al fin y al cabo, todo depende de los niveles de brillo estático. Debemos recordar una máxima basada en la experiencia de los propios fabricantes: estadísticamente, el usuario promedio establece manualmente unos niveles de brillo por encima del 50%, lo que conlleva a un gasto innecesario.
Otra de las quejas generalizadas apunta al mal funcionamiento del sensor: en una habitación oscura, la pantalla puede llegar a encenderse demasiado y en una iluminada no llegar a ese 100% exigible. Además, la capacidad de retroiluminación va degradándose con el tiempo. En 24 meses un smartphone pierde un 80% de su capacidad de brillo máximo.
Cómo funciona el sensor de luz ambiental
Cuanto menos luz incidida o directa haya en nuestro entorno, más alto será el nivel de brillo. Y el valor se invertirá en la situación contraria. Este podría ser, para resumir, el principio básico de un sensor de luz.
Con los años, las pantallas OLED y AMOLED han logrado ser más eficientes en su interpretación de la luz ambiental, absorbiendo más y reflejando menos —evitando el efecto lavado de color por sobreexposición—. No en vano, las últimas investigaciones orbitan en torno a las matrices de píxeles 3D con una eficacia cuántica muy superior, capaces de un mejor control de la luz.
La cantidad de energía que consume el sensor de luz ambiental es inapreciable en el día a día, y más cuando hablamos de diodos orgánicos (OLED), cuyo trabajo de leer y reconocer los índices de luz ambiental se realiza de forma casi automática.
Estos obtiene los datos a partir de la luz reflejada sobre toda la pantalla. Por eso es muy importante mantener limpia la pantalla, para evitar que el exceso oleoso de nuestras interacciones tape parte de esa emisión lumínica.
En suma, la atenuación dinámica —también conocido como "rampas" en el lenguaje técnico— es más efectiva que el ajuste manual. Y esto es así, en parte, porque toda interacción que demande tocar la pantalla y modificar niveles de brillo siempre redundará en un mayor gasto energético, ya que intervienen los receptores táctiles y otros sensores adicionales.
Cómo comprobar el gasto real de la pantalla
Además de i tienes curiosidad por conocer el gasto total que efectúas diariamente en tu móvil con solo mantener la pantalla encendida, entre carga y carga, la ruta a seguir es la siguiente:
- Entra en los 'Ajustes' del sistema.
- Baja hasta la opción 'Batería y rendimiento'.
- Busca la aplicación 'Pantalla'. Ahí tendrás la información clave: total de horas de uso, porcentaje de batería drenada y el valor en miliamperios que se ha consumido.
Como ves, la pantalla es uno de los elementos que más energía demandan. La razón es, irónicamente, porque cada vez usamos móviles con pantallas más grandes, y mantenerlas encendidas penaliza. En apenas un lustro hemos pasado de las 4,1 pulgadas a unas 6,4 pulgadas de media. Un incremento que tiene un coste evidente.
No obstante, debemos destacar las importantes innovaciones en este apartado, donde destacan las pantallas LTPO, con tecnología capaz de adaptar la tasa de refresco de forma dinámica para ahorrar cuando sea necesario.
Y el resultado es evidente, a juzgar por el consumo adicional que produce saltar de una tasa de refresco de 60Hz a una de 120Hz. Ya lo decíamos: en condiciones normales podemos ahorrar hasta un 15% del consumo de batería diario. Por algo es una de las features más atractivas de los últimos lanzamientos móviles.